03 de juliol 2007

Historias perversas (14)


“Cuando cierta cantidad de dolor se confunde con cierta cantidad de placer ¿dónde empieza lo uno o termina lo otro? Llamar al orgasmo pequeña muerte, otra muestra del buen gusto francés ¿no es acaso reconocer los límites borrosos entre ambas sensaciones?” Eso le decía a la vez que hacía pinza con sus dedos y la voz era a la vez grito y jadeo, gemido y alarido en el rostro doliente y complaciente. Como un arco que se inserta en otro, como puertas que se abren tras otras puertas. Como si todos los pasadizos del placer tuvieran dos salidas que a la vez fueran la misma.