Vengo a encargarte mis exequias.
Enterrarás conmigo el papel milimetrado
donde escribí la «x» y la «y» de cada golpe.
Con cada pulso moví el mundo
lejos del recuerdo de la calma y los espasmos.
Un beso, un no quiero, un ven, un irme.
Mentiras que cuenta la memoria.
Sepúltalos a todos con mis huesos.
Mi esfuerzo de vivir no quiero que se quede
resonando en otro pecho.
El trabajo de juntar cada sístole con diástole,
a nadie más le valga.
Cubra un olvido de tierra
cada rastro que pretendió dejar este pérfido,
rítmico,
inútil afán mío en no
extinguirme.
Myriam Soteras, Papel de lija
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