13 d’abril 2010

Mujeres fatales (4): Penélope Luces Llamas


Jardinera de día, escritora en los ocasos, Penélope Luces Llamas imagina infinitas historias mientras sus manos se manchan de tierra y se llenan una y otra vez de hojas secas y flores marchitas. Ya en casa, escribe el inicio de cada una de las narraciones, con la vana esperanza de continuarlas, llegando un día, quien sabe cuándo, que uno de los párrafos la atrape y se convierta en el primero de una novela que lo diga todo y, por lo tanto, no diga nada.

Pero al releer lo escrito, Penélope pierde el entusiasmo y concluye que lo suyo es escribir sólo principios. No obstante, la brasa de la esperanza, esa que le susurra que tal vez un día lo consiga, reposa en las profundidades de su alma, sola como los jardines que cuida.

Son historias de mujeres sacudidas por la realidad. Mujeres a quienes la existencia se encarga de arrebatar los sueños que se tejen en la inocencia y se destejen con el vivir. Mujeres que aprenden a quererse, lejos de esa soñadora superstición de un vestido blanco.

Una noche de insomnio atroz decide unir todos los párrafos y leerlos, uno tras otro. El alba la sorprende leyendo el último principio que no es sino un final. Sonríe. El libro se titulará La casa de las novias.