«Un
amigo mío que fue presidente de una potencia mundial me explicó que, cuando
llegas al poder, lo primero que descubres es que tienes en tus manos miles de
artilugios creados para hacerles la vida imposible a los demás. Y que lo más
difícil es resistirse a usarlos. Queda totalmente descartado eliminarlos, ya
que antes que lo consigas, los utilizarán contra ti sin contemplaciones. Tal es
la bilis de sus guardianes. Nadie sabe de quién fue la idea y, de todas formas,
habría que buscar una palabra para distinguirla de las otras ideas, una palabra
fuertemente escatológica que fuera lo bastante universal y no llegara como una
advenediza a un mundo en que el cerebro y el culo están más cercanos de lo que
sugiere la distancia que los separa.»
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