«Y es que, después de todo, no hay más cera de la que arde,
a pesar de nuestra insistente tendencia a considerar que lo actual es lo más
importante, tal y como escribía satíricamente Douglas Adams, autor de Guía
del autoestopista galáctico, en un artículo publicado en The Sunday Times,
el 29 de agosto de 1999, a
propósito de nuestra reacción frente los avances tecnológicos, que cambian tu
vida más de lo que crees, y también menos de lo que crees:
Me imagino que las generaciones
anteriores tuvieron que aguantar refunfuñando y resoplando la aparición de
inventos como la televisión, el teléfono, el cine, la radio, el coche, la
bicicleta, la imprenta, la rueda, etcétera, pero no te creas que hemos
aprendido cómo funciona la cosa, a saber:
1. Todo lo que ya está en el
mundo cuando naciste es normal.
2. Todo lo que se inventa entre
este momento y antes de que cumplas los treinta es increíblemente emocionante y
creativo y, con un poco de suerte, puedes vivir de eso.
3. Todo lo que se inventa después
de que hayas cumplido los treinta va contra el orden natural de las cosas y es
el comienzo del fin de la civilización tal y como la conocemos, hasta que se
haya utilizado durante unos diez años y empiece poco a poco a considerarse
normal.»
Sergio Parra, a
l,’article ¡Cuidado! Cuando los libros
fueron como internet (Jotdown)
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