«Yo nunca me saltaría un prólogo, es lo que tengo que decir sobre los
prólogos. Crees que no guardan nada relevante que contar, y de pronto se
produce la magia, el clic definitivo, que te hace sentir que cuanto viene
después es innecesario y fútil, como ocurría con Eduardo Mallea. “Tiene
una notable capacidad para elegir buenos títulos”, decía Borges de su
compatriota. “Es una lástima que
se obstine en añadirles libros”.»
Juan Tallón,
a l’article Adoro los prólogos, aunque los aborrezco (Jot Down Cultural Magazine, 26.02.2015)
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