«El
lector que haya intimado con las severidades del trabajo de redactar no
necesitará pormenores: cómo escribió y le pareció bueno; releyó y le pareció
vil: corrigió y rompió; omitió; agregó, conoció el éxtasis, la desesperación;
tuvo sus buenas noches y sus malas mañanas; atrapó ideas y las perdió; vio su
libro concluido y se le borró: personificó sus héroes mientras comía; los declamó
al salir a caminar; rió y lloró; vaciló entre uno y otro estilo; prefirió a
veces el heroico y pomposo; otras el directo y sencillo; otras los valles de
Tempe; otras los campos de Kent o de Cornwall; y no llegó nunca a saber si era
el genio más sublime o el mayor mentecato de la tierra.»
Virginia Woolf, Orlando [traducció de Jorge Luís Borges]
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