«Pero el importante –y con esto veo
que llevo el agua a mi molino– es el escritor de la segunda etapa, el de la
madurez, que no se deja amilanar por nada, ni siquiera por la propia opinión
que tiene de sí mismo, y sigue escribiendo hasta reventar.»
Julio Ramón Ribeyro, La tentación del fracaso
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