25 de juny 2007

Historias perversas (12)


Te empujo con suave contundencia. El túnel no ofrece otra posibilidad que la línea recta. Sabes que no puedes abrir los ojos, ese es el juego al que nos prestamos y nos excita, como mis palabras susurrándote órdenes. La voz rebota en las paredes de este intestino subterráneo que nos acoge de nuevo, camino de la mazmorra que hemos construido con nuestras neuronas y nuestro deseo. Nos detenemos. Entonces el universo se reduce a un reclinatorio donde te arrodillas y nos concentramos en salvarnos de esta existencia sin certezas, habitando un planeta interior creado a nuestra imagen de náufragos irredentos. Despreocupados del mundo, aislados de su miseria, refugiados en el exilio de nuestra fantasía y de nuestros cuerpos.