«En este hotel del barrio paulista de Higienopolis todo
parece confabularse esta mañana para confirmarme que estas dos tendencias
“literarias” se corresponden en el fondo con dos maneras de contemplar el
mundo; una, la de quienes dicen que la vida es así y no hay que darle más
vueltas, pues el mundo no tiene penumbra; otra, la de quienes consideran que
hemos ido a parar a un planeta equivocado y deciden llevar la vida errante de
los melancólicos, cuyo ánimo para las cosas se define por una percepción,
difícil de articular, de que no pertenecen al mundo, de que tal vez los seres
humanos en general no pertenecemos a este enclave terráqueo en el que nos
hallamos; algunos de estos melancólicos van aún más lejos y sospechan que
nuestra salvación es la muerte, pero no la que conocemos, sino otra que no es
precisamente de este mundo… Es evidente que entre una y otra forma de mirar la
vida hay un claro abismo, muy probablemente el mismo que existe entre los que
se contentan narrando las historias sin más (como si hubieran recientemente
llegado al mundo y fueran del todo inocentes y no tuvieran referencias de que
alguien hubiera hablado ya antes de todo aquello) y los que, en cambio, sienten
la necesidad de construir esas historias de una forma más compleja y diferente,
no ignorando que es preciso relacionarlo todo e investigar, no cesar en los
intentos de ver más.»
Enrique Vila-Matas, a l’article Tipos Complicados (El País,
Babelia, 11.08.2012)
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