«El individualista, como nosotros lo concebimos, ama la vida
y la fortaleza. Proclama y exalta la alegría de estar vivo. Reconoce
sinceramente que tiene por objetivo su propia felicidad. Él no es un asceta, y
la mortificación de la carne le repugna. Es un apasionado. Va hacia delante sin
oropeles, con la frente coronada por pámpanos, y canta gustosamente
acompañándose con la flauta de Pan. Se comunica con la Naturaleza a través de
su energía, que estimula los instintos y los pensamientos. No es joven ni
viejo. Tiene la edad que siente. Y mientras que le queda una gota de sangre en
las venas, combate para conquistar su lugar bajo el sol. No se impone, y no
quiere que los otros se impongan a él. Repudia los patrones y los dioses. Sabe
amar y sabe arrepentirse. Rebosa de afecto por los suyos, los de "su"
mundo, pero le horrorizan los "falsos hermanos". Es bravo y tiene
conciencia de su dignidad personal. Se plasma, se esculpe interiormente y
reacciona hacia fuera. Se retira y se prodiga. No se preocupa por los
prejuicios y se burla del "qué dirán". Gusta del arte, de las
ciencias y de las letras. Ama los libros, el estudio, la meditación y el
trabajo. Es artesano, no jornalero. Es generoso, sensible y sensual. Tiene sed
de experiencias nuevas y sensaciones frescas. Pero si avanza en la vida como un
automóvil veloz, lo hace a condición de que sea él quien conduce, animado por
la voluntad de determinar por sí mismo cuál es el papel que desempeña la
sabiduría y cuál el deleite a lo largo de su vida.»
Émile Armand, Individualismo anarquista y camaradería
amorosa (Antología de sus textos)
Font: web filosofia ipensament de Ramon Alcoberro
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