«En una ocasión, le pregunté a un amigo –afectado como yo
por la pulsión de acumular libros- si convenía poner límites a una biblioteca.
“¿Se pueden poner límites al universo?”, contestó con un parpadeo de locura en
la mirada. Entendí que era más sensato resignarse al caos, pues a fin de
cuentas el universo tiende al desorden, sin que nada pueda impedirlo. Si cada
biblioteca compone un universo a pequeña escala, parece inevitable que albergue
agujeros negros, cuyo campo gravitatorio atrapa a algunos desdichados
ejemplares, sumiéndolos en una misteriosa oscuridad, que, fatalmente, los aleja
del lector que podría infundir vida a sus páginas.»
Rafael Narbona, a
l’entrada Ramón María del Valle-Inclán,historia de un impostor (blog Entreclásicos)
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