08 de maig 2007

Historias perversas (8)


Has vendado mis ojos con seda negra y te percibo en la oscuridad. Cada paso, todo tu silencio es lo único que tengo esta tarde densa de deseo extraño. A tu merced espero el capricho de tu caricia o tu crueldad y te imagino llena de mi confianza en ti, ebria de poder y amor y me abandono curioso a tus designios. Siento que te acercas y me arañas mientras el beso es exacto y profundo. Luego tu lengua transcurre en mi cuerpo y dosificas mi deseo a tu antojo. No debo ni puedo tocarte y el obsequio de tu tacto se convierte en luces de neones o pagodas, en silentes recorridos que no puedo anticipar. Más tarde susurras órdenes y haces que mi boca y mi lengua y mis dedos sean tu instrumento. Imagino carreteras perdidas, túneles de nubes de tormenta, viejos pueblos abandonados que atravieso a lomos de tu agitación y tu jadeo. Ciego saboreo cada gota palpitante y cuando estallas es como un diluvio de napalm que arrasa mi memoria de ser ciego.