21 de maig 2007

Historias perversas (9)


Romeo pierde el paraguas a menudo. Romeo se enamora de una violonchelista. Le gusta su manera de abrir las piernas para sujetar el instrumento, cómo cierra los ojos mientras desplaza el arco, la velocidad de sus dedos. Ella ve en él una locura nueva y atractiva. Le encanta como Romeo se extasía mientras ella ensaya, su mirada devota, su quietud contemplativa sólo rasgada por el gesto de fumar; cómo le levanta la falda y acaricia sus rodillas. De qué manera roza con las yemas de los dedos o la lengua sus callosidades de concertista. Adora esa lengua. Romeo querría hacerle el amor mientras ella interpreta la Suite nº 5 (BWV.1011) de J.S. Bach. Y después comer docenas de ostras y beber Dom Perignon y más tarde dormir abrazados oliendo a mar y a madera. A ella, si le dieran a elegir entre Romeo o su violonchelo, Romeo no tendría ninguna posibilidad.