12 de desembre 2014

Ells ho expliquen


«Lo acapararemos todo —añadió haciendo el esperado gesto con el brazo—, este país entero. El dinero habla, la tierra escucha, allá donde se agazape el anarquista, donde cabalgue el cuatrero, nosotros, pescadores de americanos, lanzaremos nuestras redes de malla perfecta de diez acres, nivelada y a prueba de gusanos, preparada para construir sobre ella. Allá donde indeseables y patanes desconocidos se arrastren tras sus miserables sueños comunistas, los buenos ciudadanos de las praderas llegarán como redes desbordantes a estas colinas, limpios, laboriosos, cristianos, mientras nosotros, mirándolos en sus pequeños bungalows de vacaciones, moraremos en los palacios suntuosos que corresponden a nuestro rango, cuya construcción pagará el dinero de sus hipotecas. Cuando las cicatrices de estas batallas se hayan borrado hace mucho, y las escorias estén cubiertas de matojos de hierba y flores silvestres y la llegada de las nieves ya no sea la maldición anual sino una promesa, esperada ansiosamente por la afluencia de aficionados acaudalados a las diversiones invernales, cuando los ramales brillantes del teleférico hayan sometido todas las laderas, y todo sea fiesta y deporte saludable y ganado eugenésicamente seleccionado, ¿quién quedará ya para recordar a la farfullante basura del Sindicato, a los cadáveres congelados cuyos nombres, falsos en cualquier caso, se habrán desvanecido para siempre?, ¿a quién le importará que en el pasado unos hombres lucharan como si una jornada de ocho horas, unas cuantas monedas más al final de la semana, lo fueran todo, merecieran soportar el viento implacable bajo el tejado desvencijado, las lágrimas helándose en el rostro de una mujer desgastado prematuramente hasta el estupor, el llanto de niños cuyos buches nunca fueron satisfechos, cuyo futuro, el de aquellos que sobrevivieron, se redujo siempre a trabajar hasta reventar para nosotros, servirnos, alimentarnos y criarnos, recorrer las vallas remotas de nuestras fincas, hacer guardia entre nosotros y aquellos que pudieran entrometerse o cuestionarnos? [...]. El Anarquismo pasará, su raza degenerará hasta el silencio, pero el dinero engendrará dinero, crecerá como las campánulas azules en el prado, se extenderá, brillará y tomará fuerza y postrará a todo ante él. Es sencillo. Es inevitable. Ya ha empezado.»

Thomas Pynchon, Contraluz