«Pero me quedo, pues la mejor forma de irse es quedarse. Es
como las moscas. “¿Dónde están más seguras? En el matamoscas”. Quiero ser
extranjero siempre, pero al mismo tiempo soy profundamente barcelonés. La
ciudad ha cambiado, eso es indiscutible, pero no soy absolutamente nada
nostálgico. Lo pasé muy mal en el pasado y ahora lo paso algo mejor, lo que me
hace estar más alegre que en otros tiempos. Pero la ciudad ha cambiado una
barbaridad. Ya señalaba Baudelaire –a través de aquel célebre poema– cuál era
el primer indicio de la modernidad. Descubrir que has sobrevivido a la ciudad
de tu juventud es una experiencia moderna. En la actualidad sigo, como siempre,
en estado de alerta, procurando huir de las redes de la patria y la religión.»
Enrique Vila-Matas,
a l’entrevista de Joan de Sagarra (La Vanguardia, 21.11.2015)
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