«El pianista Aldo
Ciccolini le confesó al periodista Philippe Cassard, sólo unos meses antes de
morir, que él había trabajado siempre; era su forma de descansar. “Nunca me voy
de vacaciones. Para ir al otro extremo del mundo y acabar encontrando un piano
que no me gusta, prefiero quedarme en casa”, decía. Las vacaciones pueden
adquirir infinitas formas. Recuerdo que en Smoke, de Paul Auster,
Aggie Wren regenta un estanco, y todos los días, durante cinco minutos, se toma
un descanso, y sale a la calle a hacer una fotografía. Siempre es la misma
foto, en la esquina de la calle 3 con la Séptima Avenida, en Brooklyn. Tiene un
proyecto. “Por eso nunca me voy de vacaciones. Debo estar ahí siempre. Cada
mañana en el mismo sitio a la misma hora”. »
Juan Tallón, a l’article Adiós
a las vacaciones (El País, 28.08.2015)
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