«Borges al
referirse al libro lo considera como el instrumento “más espectacular” entre
los utilizados por el hombre. “Los demás son extensiones de su cuerpo. El
microscopio, el telescopio son extensiones de su visión; el teléfono es la
extensión de su voz; enseguida, tenemos el arado y la espada, extensiones de su
brazo. Sin embrago, el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la
memoria y de la imaginación.”
(...)
Así, si es verdad
que leer nació de forma casi instintiva de la observación de las huellas de los
animales –“leer precedió a escribir” (Barthes)-, también es verdad que se
convirtió en un acto esencialmente cultural, al convertirse en lectura de lo
escrito y exigir una intencionalidad en el lector. Leer implica siempre un
sujeto mínimamente involucrado con su objeto.»
Teixeira Coelho, Diccionario
crítico de política cultural. Cultura e imaginario.
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