«Al parecer, no existe ningún mecanismo en la mente ni en
el cerebro que asegure la verdad, o al menos el carácter verídico, de nuestros
recuerdos. No poseemos ningún acceso directo a la verdad histórica, y lo que
nos parece cierto o afirmamos que lo es se basa tanto en nuestra imaginación
como en nuestros sentidos. No existe manera alguna de transmitir o grabar en
nuestro cerebro los sucesos del mundo; se experimentan y se
construyen de una manera enormemente subjetiva que, para empezar, es diferente en cada
individuo, y cada vez que se evoca un hecho se reinterpreta o se reexperimenta
de manera diferente. Nuestra única verdad es la verdad narrativa, las historias
que nos contamos unos a otros y a nosotros mismos: las historias que
continuamente recategorizamos y refinamos. Dicha subjetividad se incorpora a la
mismísima naturaleza de la memoria y es consecuencia del fundamento y
mecanismos de nuestro cerebro. Lo asombroso es que las aberraciones exageradas
son relativamente escasas, y en su mayor parte nuestros recuerdos son sólidos y
fiables.»
Oliver Sacks, El río de la conciencia [traducció de
Damià Alou]
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