05 d’abril 2007

Historias perversas (1)


Siempre había querido experimentar. Su vida se sucedía en extraños maridajes con sustancias, personas en el límite de la locura, objetos encontrados y libros, siempre libros. Llegó el momento de la desesperación cuando oyó el diagnóstico. Decidió quitarse la vida, pero antes hizo el amor con su vecina, después la asesinó dulcemente, la troceó en la bañera y se preparó un estofado delicioso. Mientras la paladeaba, mientras sabía que la sobredosis de barbitúricos le esperaba con la copa de brandy y el café, pensó en la efímera notoriedad que le esperaba, en la idea de la muerte y la trascendencia. Tomó un poco de pan y mojó en la salsa.

1 comentari:

Anònim ha dit...

S'ha de justificar el "càstig diví" (?)

P.S.: i "pelar" al metge o metgessa...