Que un día originalmente dedicado a la literatura y a las rosas, esto es, a la civilización, a la sensibilidad, al amor, al goce de callejear, acabe siendo un ránquing de los libros más vendidos, un autobombo mediático de sus propios predadores y todo lo que ello comporta, no deja de ser, a mi parecer, folclore de lo más rancio.
Para más inri, en un día de carácter festivo pero laborable, los únicos que realmente no trabajan son los políticos, como siempre, dedicados a dejarse ver, prestándose a espectáculos lamentables, como siempre, incluyendo lecturas públicas ¿Qué pretenden? En fin, otro brindis al sol, fotos para la galería de monstruos, perogrulladas en tazas de chocolate caliente.
Sant Jordi ya no mata al dragón. El dragón es chino y se come a Sant Jordi. La mercadotecnia fagocita a su vez a Sant Jordi y la mayoría de libros sólo se compran. Para leer (para pensar) no hay tiempo. El estrés se come a la lectura y los libros se utilizan para calzar las puertas en días ventosos. Las letras se las lleva el viento. Sant Jordi pasa de todo, se vende la armadura, monta a la princesa en su brioso corcel y se largan muy lejos. Se alojan en un motel, hacen el amor durante toda la noche y al día siguiente compran algún libro y se regalan rosas. Sant Jordi reniega de Sant Jordi.
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1 comentari:
Els llibres sòn per llegir, les flors s'haurien de deixar crèixer i jo, abans que un cavaller milhomes, sempre he preferit un drac ben vermell.
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