18 d’abril 2007

Historias perversas (3)


El día que sintió que su vida se estaba convirtiendo en un abrigo tejido con el plomo de todas las rutinas, decidió cambiar. Abandonó el hogar y con su exiguo equipaje embarcó y cruzó el océano. Allí descubrió la soledad absoluta, los horizontes vacíos, la crueldad intrínseca del sueño americano, la desesperación, el tatuaje de la degradación y la pobreza, las gasolineras abandonadas. Supo también de la facilidad para adquirir armas de fuego, se hizo con un par de ellas, robó un viejo Chevrolet El Camino y se dedicó a asaltar y asesinar en carreteras secundarias hasta que un día fue abatido por la ley. Mientras se desangraba y sentía la carretera ardiendo en su mejilla, alcanzó a pensar en el viejo abrigo pero no lo echó de menos. Después cerró los ojos.