10 de març 2007

La inquietud de los estantes vacíos


“Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos” Michel Houellebecq

Qué miedo los domicilios sin libros. Miras asustado a sus inquilinos, como si en cualquier momento fueran a atacarte para desmenuzar tu anatomía, ponerla en la nevera y después, oh, terror, cocinarte a la inglesa. Prejuicios, sin duda. Pero así es como lo vivo.

Me contaba no hace mucho una compañera de trabajo que visitó a unos conocidos (una visita de compromiso, dijo disculpándose) que tenían en las estanterías del salón algo peor que la ausencia de libros. Se trataba de unos bloques de cartón que, a modo de trompe l’oeil, imitaban encuadernaciones en cuero. Atrezzo. Realmente angustiante.

Uno de los recuerdos de mi adolescencia es parecido. Conocí a una familia que, habiendo comprado una enciclopedia, nunca retiró la funda de celofán de los volúmenes. Así no entraba el polvo y no se afeaban los tomos. La visión de aquella fuente del saber inutilizada por razones higiénico-estéticas siempre me inquietó. Profilaxis. Cada volumen en su condón, para evitar la procreación del saber, para aislar la curiosidad, para impedir, en aquellos tiempos sin ciberespacio, que la imaginación campara a sus anchas en el hipertexto primitivo. Me imagino la tristeza y la frustración de todas las palabras, obligadas a guardar silencio tras un muro infranqueable de plástico transparente. Cuando regresaba a mi casa me gustaba pasar los dedos por la modesta biblioteca familiar, constatando que todos los libros podían abrirse y leerse. Era como volver al refugio de las ficciones, al seguro calor del hogar. Una sensación de pertenencia que siempre me acompañará en bibliotecas y librerías.

3 comentaris:

El veí de dalt ha dit...

Angoixant visió aquesta d'una casa sense llibres. I més terrorífica aquesta altra de llibre de cartró o enciclopèdies embolicades decorant menjadors.
No tindràs una Underwood a casa?

Anònim ha dit...

Hola veí de dalt,

No és exactament una Underwood, és una Remington Noiseless Portable, d'aproximandament 1940 o finals dels 30. Hi vaig jugar molt de petit. Qui sap si és la responsable d'aquesta irrefrenable atracció per les paraules...

Joan Vigó

Unknown ha dit...

Entonaré el mea culpa si cal i suportaré lapidació pública si és precís, però ho haig de dir: tinc alguns llibres als prestatges que no he acabat de llegir.
Ho he intentat però m'han vençut de pur avorriment, incoherència rasa o densitat tendent a l'infinit. Tot i aixó els tinc a la vista. És aixó prova del meu esnobisme? Hauria d'amagar-los? Els hauria de fer destacar d'alguna manera com a prova de la meva inconstància? Com una mena de prestatge de la vergonya, estic pensant.