A veces querría estampar mi cerebro contra la pared. Darme un respiro. No pensar y recorrer sólo la senda de la animalidad. Regresar al instinto, asesinar la razón, dejar de recorrer el mismo pasillo una y otra vez, con sus inútiles trampas en las que me demoro como un imbécil de manera incesante. Derribar puertas y tabiques. Disparar a Descartes. Existir sin utilizar los engranajes y mecanismos que dicen nos hacen humanos. Ver luces y formas, oler, devorar, sentirse, ser consciente exclusivamente de los estímulos y las respuestas, pegarle una patada a la maldita caja negra que sólo sirve para dar de comer a los buitres. A veces la racionalidad es una puñalada de mierda.
14 de maig 2007
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1 comentari:
Puñalada en el estómago, de agonía lenta y dolorosa... que ya podia ser en el cuello, en la aorta, rápida y liberadora...
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