La idea surge en sobremesas, sean o no crepusculares. Para pasar el rato, para conducir la ansiedad a ciertos parajes de paz, mientras las conversaciones discurren libres. Acostumbro a realizar estas figuras que quieren ser dinámicas y antropomórficas con el alambre que sujeta el corcho de las botellas de cava. El corcho, a su vez, deviene pedestal. En su tamaño original, no dejan de ser miniaturas, curiosidades, frívola manualidad que surge entre palabras, humo, vapores de orujo y café. Una anécdota. Pero creo que ese mismo objeto, sometido a una ampliación desmesurada, puede cambiar el significado del espacio, convertirse en un referente espacial en un entorno urbano. Me gustaría creer que la idea enlaza con las aportaciones de Robert Venturi (autor de Aprendiendo de Las Vegas).
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Sobretaula crepuscular.
Conec l’alè
la boira familiar
que fa del temps parèntesi.
Lloguem-hi cadires
admirem-nos
mai tantes llesques
han servit un sol sopar.
Trenem paraules
mentre el sol se’n va
i se’ns en fot si torna.
Conec l’alè
la boira familiar
que fa del temps parèntesi.
Lloguem-hi cadires
admirem-nos
mai tantes llesques
han servit un sol sopar.
Trenem paraules
mentre el sol se’n va
i se’ns en fot si torna.
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